domingo, 21 de octubre de 2012

“Hacer la revolución hoy”



La necesidad de una transformación real de la sociedad, de los medios de comunicación, de las instituciones, de las formas en las que la gente participa  para decidir el futuro de su país, etc. se han convertido en una deseo de cada vez más jóvenes desde el nacimiento del movimiento contra la imposición, y ese deseo se ha expresado en la palabra Revolución.
Las consignas del movimiento estaban cargadas con esta palabra y se blandía en el aire como una amenaza contra aquellos que querían que las cosas siguieran igual, contra los poderosos, contra los que cínicamente hacían como si nada pasara, mientras decenas de miles de personas tomaban las calles y las hacía retumbar al unísono.
La revolución no ha sucedido y la imposición se está consumando con sangre en el camino, pues las luchas no se detienen y la represión está a la orden del día. Ante este panorama ¿es posible hacer la revolución?

Los estudiantes haciendo la revolución

Los principales protagonistas de esta nuevo panorama son los estudiantes, unos que empezaron hace apenas unos meses (#YoSoy132) y otros que llevan años defendiéndose (Los Normalistas). Este peculiar sujeto, producto de la nueva división del trabajo contemporánea que necesita de los especialistas y de los profesionistas calificados para poder expandirse, revienta de nuevo como en décadas pasadas para dar una esperanza a los que llevan años soportando con su carne y su esfuerzo este sistema depredador, aportando frescura, novedad, ligereza, entrega, desinterés y muchos de aquellos nobles valores que le producen a cualquiera el deseo de arrojarse a la calles para gritar su indignación.
Sin embargo, el sistema sigue funcionando, allá arriba nadie se arrepintió de nada, ni de la imposición, ni de la manipulación, ni del despilfarro de recursos.
Los estudiantes no pudieron detener a la máquina, pero ayudaron a conmover a las conciencias apagadas durante años y a unir los esfuerzos de organizaciones atomizadas.

Organización de base o acciones contundentes.

De las masivas movilizaciones nace ahora la necesidad de hacer otra cosa para continuar con la lucha. Por ello es que se plantea la necesidad de una propuesta estratégica que permita continuar resistiendo ante la posible imposición. Sin embargo, antes de retirar las armas de la palestra todos sabemos que hay una última batalla que afrontar, y que parece que debemos dar más que por capacidad, por dignidad: intentar detener la toma de posesión de Peña Nieto y con ello imaginar que logramos un panorama idílico de lucha donde la ciudad es nuestra a partir del 20 de Noviembre con la entrada de vigorosos contingentes desde los 4 puntos cardinales de la Ciudad, convocando a exitosas tomas de edificios públicos, bloqueos de la principales arterias viales y toma masiva de plazas públicas.
Es decir, construir la última de las acciones contundentes, que no será trabajo fácil y quizá imposible.
Pero ¿qué debemos entender por una acción contundente? Esta es una acción que detiene de manera rápida una acción de represión, que obliga al enemigo a ceder por el nivel de la fuerza. Una acción contundente tiene un efecto contundente, por ello nunca puede ser llevada a cabo por un reducido número de personas.
Una acción contundente necesita de una preparación consiente que construya las fuerzas necesarias para doblegar la represión del Estado, obligarlo a dar un paso hacia atrás, como lo hizo la CNTE con la toma de Morelia por la liberación de los detenidos, como lo hacen las organizaciones de base de Chiapas contra los ataques de la CFE.

Preparar el terreno.

Si no estalla una respuesta masiva con la lucha del 20 de noviembre, será necesario realizar un repliegue táctico que nos permita generar una exitosa acumulación de fuerzas, y poder así resistir. Si la batalla final no se ha dado, es porque las fuerzas sociales, la clase trabajadora y los campesinos proletarizados no están listas y no se ha sobrepasado el espontaneísmo de la lucha en la generalidad de los sectores explotados y oprimidos. Lo que debemos ver claro es que estamos en condiciones para impulsar la autoorganización (con sus excepciones, donde hay paramilitares y fuerzas militares en las calles), por ello, debemos preparar el terreno para las luchas futuras. Abandonar lo construido hasta ahora sería dar un paso atrás y no avanzar en la expansión de la resistencia y la organización de la juventud y de los trabajadores.

Propuesta para este período de lucha.

Grandes sectores del estudiantado entraron en un período de movilización intenso, sin embargo, muchos de estos no se organizaron desde sus escuelas, sino que manifestaron de manera independiente su repudio sumándose a las masas en las calles; si bien muchas escuelas consolidaron grupos de activistas que le dieron continuidad a la lucha, muchas escuelas quedaron sin una participación organizada. Nuestra tarea, en tanto es el sector al que pertenecemos, es acercarnos a esos espacios para agitar en torno a la política criminal del gobierno y construir lazos que posibiliten la autoorganización y la coordinación en torno a la lucha contra la imposición, la reforma laboral y la defensa de la Educación Pública.
Es imprescindible construir una coordinación de escuelas para desarrollar la conciencia de clase y la necesidad de lucha por otra sociedad más allá del mercado y del capital.
Si la revolución no es posible ahora, es porque la organización para ella no ha madurado, y será nuestra labor sembrar la rebelión social.

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