martes, 30 de octubre de 2012
domingo, 21 de octubre de 2012
“Hacer la revolución hoy”
La necesidad de una transformación real de la sociedad, de los
medios de comunicación, de las instituciones, de las formas en las que la gente
participa para decidir el futuro de su
país, etc. se han convertido en una deseo de cada vez más jóvenes desde el
nacimiento del movimiento contra la imposición, y ese deseo se ha expresado en
la palabra Revolución.
Las consignas del movimiento estaban cargadas con esta palabra y se
blandía en el aire como una amenaza contra aquellos que querían que las cosas
siguieran igual, contra los poderosos, contra los que cínicamente hacían como
si nada pasara, mientras decenas de miles de personas tomaban las calles y las
hacía retumbar al unísono.
La revolución no ha sucedido y la imposición se está consumando
con sangre en el camino, pues las luchas no se detienen y la represión está a
la orden del día. Ante este panorama ¿es posible hacer la revolución?
Los estudiantes haciendo
la revolución
Los principales protagonistas de esta nuevo panorama son los
estudiantes, unos que empezaron hace apenas unos meses (#YoSoy132) y otros que
llevan años defendiéndose (Los Normalistas). Este peculiar sujeto, producto de
la nueva división del trabajo contemporánea que necesita de los especialistas y
de los profesionistas calificados para poder expandirse, revienta de nuevo como
en décadas pasadas para dar una esperanza a los que llevan años soportando con
su carne y su esfuerzo este sistema depredador, aportando frescura, novedad,
ligereza, entrega, desinterés y muchos de aquellos nobles valores que le
producen a cualquiera el deseo de arrojarse a la calles para gritar su
indignación.
Sin embargo, el sistema sigue funcionando, allá arriba nadie se
arrepintió de nada, ni de la imposición, ni de la manipulación, ni del
despilfarro de recursos.
Los estudiantes no pudieron detener a la máquina, pero ayudaron a
conmover a las conciencias apagadas durante años y a unir los esfuerzos de
organizaciones atomizadas.
Organización de base o
acciones contundentes.
De las masivas movilizaciones nace ahora la necesidad de hacer
otra cosa para continuar con la lucha. Por ello es que se plantea la necesidad
de una propuesta estratégica que permita continuar resistiendo ante la posible
imposición. Sin embargo, antes de retirar las armas de la palestra todos
sabemos que hay una última batalla que afrontar, y que parece que debemos dar
más que por capacidad, por dignidad: intentar detener la toma de posesión de
Peña Nieto y con ello imaginar que logramos un panorama idílico de lucha donde
la ciudad es nuestra a partir del 20 de Noviembre con la entrada de vigorosos
contingentes desde los 4 puntos cardinales de la Ciudad, convocando a exitosas
tomas de edificios públicos, bloqueos de la principales arterias viales y toma
masiva de plazas públicas.
Es decir, construir la última de las acciones contundentes, que no
será trabajo fácil y quizá imposible.
Pero ¿qué debemos entender por una acción contundente? Esta es una
acción que detiene de manera rápida una acción de represión, que obliga al
enemigo a ceder por el nivel de la fuerza. Una acción contundente tiene un
efecto contundente, por ello nunca puede ser llevada a cabo por un reducido
número de personas.
Una acción contundente necesita de una preparación consiente que
construya las fuerzas necesarias para doblegar la represión del Estado,
obligarlo a dar un paso hacia atrás, como lo hizo la CNTE con la toma de
Morelia por la liberación de los detenidos, como lo hacen las organizaciones de
base de Chiapas contra los ataques de la CFE.
Preparar el terreno.
Si no estalla una respuesta masiva con la lucha del 20 de
noviembre, será necesario realizar un repliegue táctico que nos permita generar
una exitosa acumulación de fuerzas, y poder así resistir. Si la batalla final
no se ha dado, es porque las fuerzas sociales, la clase trabajadora y los
campesinos proletarizados no están listas y no se ha sobrepasado el espontaneísmo
de la lucha en la generalidad de los sectores explotados y oprimidos. Lo que
debemos ver claro es que estamos en condiciones para impulsar la
autoorganización (con sus excepciones, donde hay paramilitares y fuerzas
militares en las calles), por ello, debemos preparar el terreno para las luchas
futuras. Abandonar lo construido hasta ahora sería dar un paso atrás y no avanzar
en la expansión de la resistencia y la organización de la juventud y de los
trabajadores.
Propuesta para este
período de lucha.
Grandes sectores del estudiantado entraron en un período de
movilización intenso, sin embargo, muchos de estos no se organizaron desde sus
escuelas, sino que manifestaron de manera independiente su repudio sumándose a
las masas en las calles; si bien muchas escuelas consolidaron grupos de
activistas que le dieron continuidad a la lucha, muchas escuelas quedaron sin
una participación organizada. Nuestra tarea, en tanto es el sector al que
pertenecemos, es acercarnos a esos espacios para agitar en torno a la política
criminal del gobierno y construir lazos que posibiliten la autoorganización y
la coordinación en torno a la lucha contra la imposición, la reforma laboral y
la defensa de la Educación Pública.
Es imprescindible construir una coordinación de escuelas para
desarrollar la conciencia de clase y la necesidad de lucha por otra sociedad
más allá del mercado y del capital.
Si la revolución no es posible ahora, es porque la organización
para ella no ha madurado, y será nuestra labor sembrar la rebelión social.
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